lunes, 16 de noviembre de 2020

Diecisiete

Dos hermanos y un perrete.

Daniel Sánchez Arévalo es un director que me sorprendió en Primos, me gustó mucho en Azul oscuro casi negro y Gordos, y aunque no tanto, también me gustó en La gran familia española, por lo que Diecisiete era una apuesta que iba casi sobre seguro. Y no se equivicó mi instinto, pues aquí vuelve a ofrecernos una película vital, llena de personajes entrañables y que nos hace terminar con una sonrisa, después de haber bordeado la lagrimilla, quedándose mano a mano con Primos en la pugna por ser su mejor película.

Nos cuenta la historia de Héctor, un chaval que está a punto de cumplir los 18, y que termina en un centro de menores, donde como parte de un programa ocupacional del centro conoce a Oveja, su perro y su único amigo, pues Héctor es inteligente, pero incapaz de conectar con las personas.

Cuando se ve obligado a separarse de Oveja, se embarca en una alocada búsqueda para recuperar a su amigo, acompañado por su hermano mayor Ismael (un soberbio Nacho Sánchez) y su abuela, lo que les llevará a profundizar en su relación y las raíces de su familia, con algunos momentos cómicos y otros muy emotivos. ¡Y un perrito con tres patas!

Muy contento con la película, me quedo con la pena de no haberla podido ver en el cine, ya que salió directamente en Netflix.

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