No eran tan silenciosos como en la foto.
La historia tiene ya un par de años, pues si la hubiera contado entonces es bastante posible que, escrita desde el calentón, esta entrada tuviera muchas más palabrotas, ya que va sobre gente poco considerada con el descanso ajeno ylas normas más elementales de convivencia.
En la casa en la que vivía antes las paredes eran de papel, lo que unido a que tengo bastante buen oído, por las noches era fácil que oyra cualquier ruido de la casa de al lado, hasta el punto de que les oía si roncaban (eso también me pasa ahora, por desgracia) o incluso el sonidito del teléfono si les llegaba un mensaje.
De eso no tienen la culpa, pero sí de poner la tele a alto volumen y de hablar de viva voz pasadas las 10 de la noche. Que a las 22 no era muy problemático, pero a la 1 empezaba a incordiar.
A veces golpeaba la pared y bajaban el tono, pero era cansino andar siempre así, por lo que un día coincidí con el vecino, le pedí amablemente que tuvieran más cuidado, y así fue... al principio. No mucho después, volvieron a las andadas. 1 de la mañana y a viva voz.
Golpeé la pared y oí gritar al otro lado "¡como vuelvas a golpear la pared, te pongo la tele a tope!".
Monté en cólera, salí al rellano y les toqué el timbre, para ver si eran tan amables de repetirme eso en persona. Pero nada, cuchicheos al otro lado y silencio.
Total, que un par de días después me crucé con el vecino en el rellano y la conversación fue tal que así:
-¿Oye, la otra noche qué? ¿La tele a tope?
-No era la tele, estábamos hablando.
-Sí, a gritos y a la 1.
-¿Es que no puedo hablar en mi propia casa?
-Hombre, no si eso hace que yo no pueda dormir en la mía.
-Pues mi mujer trabaja en fiscalía, y muchas veces tiene que atender llamadas telefónicas a cualquier hora.
-Por mí como si es churrera, pero que no se ponga a hacerlo a voz en grito al lado de la pared que da a mi cuarto.
-Mira, lo que tienes que hacer es llamar a la policía. Ahora bien, como sepa que has llamado a la policía y resulta que el volumen es el permitido, pienso poner la tele a tope.
La conversación que vino a continuación voy a moldearla para que no parezca tan grosera y malsonante como fue en realidad.
-Estimado vecino, no se moleste si le digo que creo que su actitud es la equivocada.
-Bueno, no creo que deba ser usted tan crítico conmigo.
-¿Y cuáles serían las consecuencias de que yo siguiera siendo crítico, caballero? Insisto en que usted se equivoca en su actitud.
-Le comprendo.
-Tenga usted un buen día.
-Igualmente.
Total, que un par de días después (era verano), coincidí con él otra vez en el rellano, que iba con las maletas (deduje que de vacaciones) y ambos nos asesinamos con la mirada, por lo que la opción de saludarnos quedó descartada de mutuo acuerdo. Pero mira, se iba de vacaciones, eso me dejaría unos días de tranquilidad, aunque ya me veía a su vuelta llamando a la policía.
¿Y cómo acabó la historia? Dos o tres días más tarde, no más, había alguien de la inmobiliaria enseñando el piso (entiendo que estaban de alquiler). Uno podría pensar que la discusión fue la causa de aquello, pero calculando los tiempos, más probable parece que para entonces ya supieran que se iban a ir, lo que hace que aquella discusión de rellano fuera todavía más absurda.
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