Rook y Alette.
Con una estética de animación 2D que recuerda mucho a Ralph Bakshi y una ambientación en la era mitológica de los vikingos, The Banner Saga es un juego de batallas tácticas con una hermosa banda sonora y una historia tan épica como dramática, a la que acompañan algunos personajes con los que es fácil encariñarse, pero también poco recomendable, ya que puede suceder que, dependiendo de las decisiones que tomemos, nos abandonen de forma trágica.
El juego se desarrolla en tres planos. Por una parte tenemos los diálogos, que mueven la historia, donde conversaremos con otros personajes e iremos conociendo cosas sobre el mundo de los humanos, los Varl (gigantes) y los Dredge, una fuerza antagónica y oimnipresente, que bien podrían ser una especie de orcos blindados. También tenemos el menú de viaje, donde tenemos una caravana de gente a la que mantener, evitando perder componentes por el camino y debiendo encontrar el equilibrio entre viajar rápido y descansar, sin descuidar ni la moral ni la salud ni por supuesto las provisiones, pues si nos quedamos sin comida y en medio del páramo... mal asunto. Aquí, además de acampar, podremos consultar el mapa de su mundo, lo que es una gozada, pues permite ver el grado de mimo y detalle que los autores pusieron al juego, creando un marco geográfico que encaja de maravilla y va muchísimo más allá de lo que vemos durante el juego.
En tercer lugar, y desde luego no menos importante, están las batallas, en las que como si de un juego de mesa se tratara, iremos moviendo los personajes por turnos y haciendo acciones, de una forma que recuerda un poco al X-Com, donde cada uno tiene sus capacidades y donde podemos obtener puntos de experiencia (prestigio) para mejorarlos. Pero ojo, que este prestigio funciona también como dinero, y si nos lo gastamos todo en mejorar personajes, no podremos comprar comida u objetos.
Esa suma de elementos (música, historia, gráficos y jugabilidad) hacen de The Banner Saga un juego precioso y muy envolvente, que nos capturará con su aura de melancolía y nos arrastrará a un mundo lleno de peligros, haciéndonos sentir un vikingo más.
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