Por desgracia, la imagen más representativa del año.
Se acaba un año aciago y extraño, tal vez el más extraño de cuantos me ha tocado vivir y sin lugar a duda uno de los peores, pues se marcha con el inevitable regusto de haber sido un año perdido.
Nada parecía presagiar hace un año por estas fechas la que se nos iba a venir encima, y yo tardé muchísimo en ver la realidad de a lo que nos enfrentábamos. No me escondo, yo era de los que pensaban que esto iba a ser una gripe más, una moda pasajera de la que en un par de meses nos habríamos olvidado, pero está claro que como pitoniso yo no valgo. Ojalá hubiera acertado.
Ha sido un año en el baloncesto. No por cómo vaya el Bilbao Basket, sino porque llevo desde marzo sin poder ver un partido en directo, y sin saber cuándo podré volver, lo que hace que me haya desconectado por completo de ello. También ha sido un año aciago en el cine, y valga como muestra que este año solo he ido 41 veces, que puede parecer mucho, pero para mí es poquísimo.
El rol tampoco ha salido muy bien paradao, pues por una parte la ausencia de jornadas es algo que me ha afectado muchísimo a nivel personal y anímico, ya que son algo muy importante para mí y el momento de ver a mucha gente a la que este año estoy echando mucho de menos. También ha sido un año en el que apenas he jugado, y aunque le di la oportunidad al rol online, lo siento pero no es para mí.
También tocó renunciar, temporalmente, al teatro. Con el duro palo de cancelar la obra de junio y tener que renunciar a apuntarme este año al curso, pues con todas las medidas de seguridad que se planteaban, por necesarias y justificadas que fueran, sé que no habría estado a gusto.
De viajes poco que decir, pues este año no tocaba y me quedé todo el verano en Bilbao, que me parecía una temeridad irme por ahí a hacer turismo.
En el trabajo, pues bueno, ahí no me puedo quejar mucho, dado que mi puesto no corre peligro y las restricciones sanitarias, de trabajar con la mascarilla y demás, aunque son molestas se pueden soportar, y lo de no haber tenido ningún ERTE ni temer por mi economía siempre es algo positivo.
Poco queda ya más que contar que no haya ido contando en el blog, más que esperar que la barrera psicológica del cambio de año sirva como inyección de moral, que en tiempos difíciles siempre se agradece. Evidentemente el paso de año no es ninguna panacea y mañana estaremos igual que ayer, pero parece sensato pensar que al menos a peor no vamos a ir, y en cualquiera de los casos, mañana será otro año.
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