Me quedo con la pena de no haberla visto en el cine.
Pixar vuelve a la carga con su política de hacer películas para adultos, y si eso disfrutables por niños y no al revés. Si en Coco nos hablaba sobre la muerte, aquí se centra en el sentido de la vida, las pasiones y la propia noción del alma, que da título a la película con el juego de palabras entre "soul" (alma en inglés) y el género musical, ya que la música es la gran pasión de su protagonista Joe, un profesor de música que sueña con ser pianista de jazz.
Todo comienza cuando por fin Joe consigue la gran oportunidad de actuar con una estrella del jazz, pero justo antes de poder hacerlo muere, y ve que su alma es transportada a una especie de más allá, y tras varias idas y venidas termina conociendo a 22, un alma que nunca ha vivido, ni tiene intención de hacerlo, con quien compartirá una historia muy de buddy movie en la que ambos tendrán que aprender el uno del otro, dando situación a todo tipo de situaciones emotivas y divertidas.
No quiero ahondar más sobre la trama para no incurrir en spoilers (aunque tampoco sea la película con el argumento más sorprendente de la historia) y tampoco me voy a poner a hacer un análisis profundo de sus elementos materiales y formales, sino que me centraré en las sensaciones, y entre ellas está la de que es una película que esconde mucho más de lo que parece ofrecer a simple vista pero que lanza un mensaje muy vital y consigue que terminemos la película con una sonrisa buenrollera y la sensación de haber pasado un rato muy agradable. Y como es marca de la casa, con muchos momentos simpáticos, protagonizados por las pequeñas almas que corretean por todas partes y sus entrañables monerías.
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