Mario Casas tiene que hacer frente a una grave discapacidad: irse quedando calvo.
Hace ya tiempo que Mario Casas se convirtió en actor y se ganó mi respeto, y que sin ser un crack acostumbra a mostrarse cuando menos solvente. Pero en esta ocasión le he visto flojo, muy flojo, hasta el punto en el que creo que lastra una película en la que la idea era buena pero aunque pone de su parte, me temo que le queda grande.
Ángel es un médico de ambulancia, bastante capullo, que un buen día sufre un grave accidente que le deja postrado a una silla de ruedas y se empieza a dejar llevar por la amargura, convirtiéndose en un auténtico monstruo, que se dedica a putear a sus seres cercanos y en especial a su pobre novia, de maneras bastante perturbadoras, en una escalada muy oscura que solo puede ir a peor y terminar de forma desastrosa.
Un thriller no del todo mal llevado, y con un final adecuado, pero al que la falta de un actor principal en condiciones le impide dar de sí todo lo que podría haber dado.
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