Qué febril la mirada.
Generalmente, cuando hablo de una película suele ser porque la acabo de ver (normalmente en el cine o, cuando no se ha estrenado en cines, mediante Internet), pero como ha pasado en alguna otra ocasión, hoy he ido al cine a ver una película que ya había visto hace bastantes años (cuando se estrenó, en 2001), y como siempre que voy al cine toca entrada, pues esta vez no podía ser menos.
Aunque tampoco tiene mucho sentido ponerme a estas alturas a hacerme una crítica al uso (o sí, pero me da pereza), sino que me centraré más en la sensaciones, y en qué distinto es ver esta película que verla en su día, sin haber leído la historia y conociendo de la Tierra Media solo lo que había leído en el juego de rol. Y también es curioso cómo la memoria modifica los recuerdos, pues por ejemplo recuerdo que la sensación que me dio al verla por primera vez fue, en cuanto apareció Boromir, pensar "este es el malo que los va a traicionar", y viéndola de nuevo, tampoco da tantas pistas (está lo de que sale Sean Bean y muere, pero entonces no estaba tan extendida la coña).
Hoy la he vuelto a ver, conociendo la historia y con el libro recién empezado (por fin me puse con él hace unos días, justo antes de saber que iban a reestrenar las películas), lo que me permite, cosa que no fue así la otra vez, irme fijando en diferencias libro/película.
En cualquier caso, un deleite para los ojos, que ha envejecido muy bien en lo visual, una saga que se convirtió en un clásico instantáneo y que a pesar de su duración (3 horas) no se hace nada larga.
Dentro de una semana estaré hablando de que he ido a ver Las dos torres, claro.
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