El examen que nadie quiere aprobar.
Hoy me he levantado con un ligero dolor de cabeza, que no era nada del otro mundo, pero ya en el trabajo, ha empezado a aumentar un poco, y la verdad es que me estaba costando centrarme. Y cuando le he comentado a la responsable que no me encontraba muy bien, me ha mirado como si estuviera endemoniado y me ha dicho "anda, tira para casa".
Dicho y hecho, me he ido a casa y, aunque imaginaba que no iba a ser el bicho (no se daban los síntomas), los protocolos hay que cumplirlos, así que he llamado al médico, y tras describir los síntomas me han "recetado" un test de antígenos.
He intentado dormitar un rato, para mantener a raya el dolor de cabeza (tenía más pinta de jaqueca que otra cosa) y he ido a por el test. La peor parte, como sabrá cualquiera que se haya hecho una PCR o un test de antígenos es cuando te meten los palitos en la fosa nasal. No es que duela, pero es muy desagradable, y hoy me ha pillado con la guardia baja y he pegado un respingo que casi me levanta de la silla. Amén de la llorera, digna de final de película de Pixar.
Me han dicho que si salía positivo me llamaban, y que si no, en un par de horas estarían los resultados. Me he vuelto a casa, sin saber si iba a ser el último rato en libertad antes de un arresto domiciliario de dos semanas, y al ver que avanzaba el tiempo sin que sonara la fatídica llamada me he ido tranquilizando, hasta que a las 14:00 más o menos ya he podido ver con alegría el resultado del test: estoy limpio.
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