Preparado para asaltar el Capitolio.
No me voy a quejar de que la película fuera absurda, que lo es, porque es un poco lo que les pido a las películas de esta franquicia, en la que pese a los esfuerzos de algunas de las anteriores (sobre todo la cuarta) de hacer encajar las piezas, la premisa principal de que un día en el que los delitos son legales no solo es acogido con entusiasmo por la población, sino que revitaliza la economía, cae por su propio peso. Y a eso añadimos el extra de que el 90% de la población tiene graves problemas de psicopatía y un pésimo gusto al vestir.
Y precisamente eso le pido a esta saga, que en cuanto suena la bocina se convierta aquello en el show de Benny Hill y una suerte de Gotham tomada por el Joker, en el que de vez en cuándo te vayan soltando pinceladas sobre el mundo. Pero esta no me termina de funcionar.
Aquí dan el salto de escenario, pasando de las escabechinas urbanas a un entorno más rural, la Texas de los amantes de las armas y el partido republicano (con una nada sutil crítica a los fanboys de Trump, dicho sea de paso) y lo que parece que va a ser una cosa (una historia de correquetepillo en la que unos gilipollas disfrazados persiguen a los protagonistas para matarlos), nos ponen el caramelo con otra (por un momento parece que nos van a contar cómo se queda el país el día después de la purga), que podría ser interesante, pero entonces llega la purga infinita, que es que algunos chalados entusiastas del formato deciden que eso de que solo un noche no mola, que mejor así todo el año, de modo que se vuelve a convertir en lo que parecía que iba a ser al principio: una historia de correquetepillo en la que unos gilipollas disfrazados persiguen a los protagonistas para matarlos.
No me voy a quejar de eso, que sabía dónde me metía, como tampoco me puedo quejar de que toda la película sea un compendio de decisiones estúpidas, tanto de los buenos como de los malos, pues eso va en el pack, y la premisa principal, lo de que la Purga convierta el país en un Estado fallido y comido por la violencia, en realidad es lo que más me creo de todo. Lo que no me termina de encajar es que al final se termina convirtiendo en una película demasiado genérica de persecuciones y tiros que, dejando demasiado de lado los componentes grotescos que son tan característicos, prescinde de su esencia para centrarse en ser simplemente una mediocre película de acción. Y que sea ridícula se lo perdono, pero que sea aburrida lo llevo peor.
Dicho lo cual, si vuelven a sacar otra película de esta franquicia, ahí estaré yo para verla con mis palomitas.
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