Como un guante.
A veces apetece probar cosas distintas, y hoy ha sido el caso, pues me he apuntado a una sesión de prueba de fitboxing, que es básicamente lo de pegar patadas y puñetazos a un saco, mientras sudas como un gorrino al ritmo de la música.
La idea llevaba ya tiempo rondándome la cabeza, pues paso todos los días por delante del gimnasio en el que lo hacen, y como tenían un bono de seis sesiones de prueba por un precio razonable, aprovechando que estoy de vacaciones me he animado. Así hacía algo que no fuera simplemente ir al gimnasio a corretear en la elíptica.
Sensaciones, pues aparte de que esto es a la vez como pegar una paliza y recibirla, y cuando solo llevaba 10 minutos de sesión ya me quería morir, constato que soy muy torpe y descoordinado, y que me cuesta horrores hacer las coreografías, y que cuando el instructor comienza a imitar a Chiquito de la Calzada y gritar que si jab, que si cross, que si gromenauer, mi cerebro se bloquea y no soy capaz más que de mirar el saco. Así que con suerte a veces era capaz de acertar tres-cuatro acciones seguidas y vuelta a perder el ritmo. Pero nada que no supiera.
Lo bueno es que yo lo pruebo, y si veo que no me gusta, a otra cosa, mariposa.
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