Ya en Bilbao (el vuelo de ayer ya sí salió, aunque me tuve que levantar a las 5 de la mañana para cogerlo), procedo a narrar el viajecillo que me llevó por tierras alicantinas, y lo haré como cuando cuento los fines de semana.
JUEVES
El avión sale a las 12:35, así que puedo no madrugar demasiado. El vuelo, algo turbulento pero sin mayores incidencias, llega puntual y en el aeropuerto me recogen mis amigos con la autocaravana. Comemos, nos colocamos la pulsera, nos instalamos y vamos a lo que habíamos ido: a tirarnos una y otra vez por los toboganes del aquapark.
Ahí estamos hasta que cierran, momento en el que toca darse una ducha, cenar, estar un rato de tertulia y a dormir.
VIERNES
Este es día de toboganes. Muchos. Nos levantamos pronto, lo que nos permite tener durante gran parte del tiempo las piscinas sin gente y tirarnos una y otra vez sin hacer colas. Solo por la mañana lego a contar 50, lo que equivale a subir unos 125 pisos andando.
De ahí a la playa, que también había que catarla y por la tarde más piscinas. Luego nos vamos a dar una vuelta y es cuando viene el punto negro de la estancia: ¡nos habían robado las bicicletas! Para más inri, cuando viene la Guardia Civil a ver qué ha pasado, se tienen que marchar a la carrera porque coincide que hay una pelea... en el propio camping.
SÁBADO
Por la mañana una rápida visita a Santa Pola, para poner la denuncia en comisaria, pero volvemos, comemos y más piscina, toboganes y, para variar, algo de volley ball piscinero.
Y por la noche, en el auditorio, un entretenidísimo concierto-popurrí de clasicazos de los 70-80.
DOMINGO
¿Qué hace uno al levantarse y desayunar? Correcto, ¡ir a los toboganes! Luego, para hacer tiempo una partida al Skullking, y para comer quedo con un amigo de la infancia santapolística, oriundo de Bilbao pero residente en Almoradí. Comemos, nos ponemos al dia y para la noche me vuelvo al camping, que teníamos otro concierto en el audiutorio, con cena y tal.
El concierto, de una banda tributo de Queen llamada Keeng, resulta estar, y voy a ser muy diplomático, lejos de nuestro agrado y no colma las expectativas. Siendo poco diplomático, es como si hubieran desenterrado el cadáver de Freddie Mercury y le hubieran meado encima. Un horror, vaya.
LUNES
El lunes un poco de lo mismo, que mola, añadiendo a la ecuación sendas partidas, con sendas victorias por mi parte, de Castillos de Borgoña y Dune Imperium. Y más volley piscinero.
MARTES
Es el día de la despedida, pero después de desayunar y recoger, antes de la hora del checkout, aún nos da tiempo a darnos un buen chapuzón. Luego abandonamos con pena el sitio (una pasada de sitio, y sobre todo muchísimo más limpio de lo que cabría esperar de un camping, con especial énfasis en los campings y lo digo completamente en serio) y nos vamos a Santa Pola a dar una vuelta y comer. Luego mis amigos se marchan, que su ruta seguía en Peñíscola y aprovecho para quedar con otro amigo de por allí, coincidiendo que estaba en Santa Pola. Nos tomamos algo, nos ponemos al día, me acerca al aeropuerto y el resto ya lo conté ayer.
MIÉRCOLES
Me levanto a las 5 de la mañana, cojo el taxi para el aeropuerto, donde esta vez sí salimos a la hora prevista. Una vez en Bilbao, taxi a casa, ducha, cambio de ropa y a todo correr al trabajo.
Y esto ha sido más o menos todo.
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