Michael Scofield, con un mapa en el cuerpo y una flor en el culo.
En los inicios de la era dorada de las series despuntó mucho esta serie, con una premisa muy interesante: un hombre se cuela en una cárcel para ayudar a escapar a su hermano, injustamente condenado a muerte, pero para poder llevar a cabo su plan de fuga, se tatúa en el cuerpo los planos de la cárcel.
Y la verdad es que la primera temporada está muy bien, sobre todo la primera mitad, que es espectacular. Con unos personajes interesantes, un plan elaborado y sobre todo un ritmo que hacía de la serie algo adictivo y nos obligaba a querer ver más, pues nos cautivaba tanto el plan de fuga como el ambiente carcelario o las oscuras conspiraciones que se daban fuera.
Pero llega un momento en el que el chicle empieza a estirarse demasiado y, al principio de forma gradual, pero cuando alcanza el punto de no retorno se llega a degradara una velocidad que hace que Prison Break se convierta en el ejemplo de cómo una gran serie se puede convertir en una mierda absoluta.
Haciendo un repaso a su decadencia, tenemos que:
Primera temporada: Sublime, con un comienzo brillante y capítulos que se consumen como pipas. Hay un punto de inflexión en el que la serie podía haber terminado y quedar como miniserie redonda, pero aunque el resto está un punto por debajo, sigue rayando a un nivel muy alto, hasta llegar al apoteósico momento de la fuga de la prisión.
Segunda temporada: Se han escapado, vale. Pero la historia sigue, que ahora toca corretear por el país, como pollos sin cabeza, para que lo les pille la poli. Siendo bastante inferior a la primera temporada, mantiene más o menos el tipo con dignidad, aunque empieza a dar muestras de agotamiento y además cae en recursos narrativos pobres, entre ellos, para mostrar lo listo que es el nuevo enemigo, el genial Alex Mahone, hacen que el brillante Michael Scofield se comporte a veces como un retrasado.
Pero entonces llega la...
Tercera temporada: Con la serie ya moribunda, las tramas agotadas y todos los retruécanos gastados, se sacan una brillante idea de la chistera y buscan una excusa ridícula para meter a todos los protagonistas de la serie, sin venir muy a cuento, en una cárcel panameña. Vuelta a la casilla de salida, con el esquema de un plan de fuga dentro de la cárcel y oscuras conspiraciones de la omnipresente y misteriosa Compañía fuera. Pero no se vayan todavía, que aún hay más.
-Michael, eres mi hermano y te quiero, pero eres un inútil y no te sale ni un puto plan a la primera.
-Sabía que dirías eso, Lincoln.
-Joder, qué hostia tiene, qué hostia...
Cuarta temporada: Ya se han fugado, otra vez, de la cárcel y ahora todo el grupo de protagonistas (antes se odiaban, pero con el tiempo se han hecho amiguitos) es contratado por la CIA para resolver conmspiraciones gubernamentales, terrorismo internacional y el robo de un pendrive gigante, al más puro estilo Equipo A/Misión Imposible, donde el efectismo queda por encima de todo y nada tiene sentido. Tramas inconsistentes, personaje que cambian de lealtad como quien cambia de calzoncillos y la serie rebozándose por el lodo, haciendo que parezca que ya no pueda ir a peor.
¡Ja!
Cuando parece que todo está cerrado y la serie ha tenido ya un final más o menos honroso (ridículo y lleno de Deus Ex Machinas, pero finiquitando las tramas), meten a modo de despedida un capítulo que sirve para dos cosas: colar OTRA fuga de prisión y matar al protagonista de la serie.
Bueno, pues ya está, ha sufrido, ha sido horrible, pero por fin Prison Break puede descansar en paz. ¿verdad?
Quinta temporada: Siete años después descubrimos con horror que Michael no estaba muerto, estaba de parranda o, mejor dicho, y esto casi me da vergüenza escribirlo, en Yemen, encerrado en una cárcel... y con unos misteriosos tatuajes, con mensajes en clave y tal. Esta quinta temporada hace que la tercera y la cuarta parezcan respectivamente The Wire y Los Soprano, y el nivel de ridiculez es tal que lo más difícil era aguantar las ganas de gritarle a la tele. Si debo decir algo positivo de ella, que solo tiene 9 capítulos.
Y parece que ahí termina el horror, aunque hubo amenazas de que iban a hacer una sexta, pero parece que la lucha antiterrorista lo impidió.
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