Ya ni asusta.
No puedo decir que este 2021 que está en sus últimos estertores haya sido un gran año, pero al menos ha sido mejor que el anterior. Vale, el listón no estaba muy alto, pero todo lo que sea mejorar es bienvenido.
Aunque empezó raro y lleno de restricciones (eso de tener que estar en casa a las 22:00, como los niños, a mis 40ypico años se me hacía raro) he podido recuperar muchas de las cosas que para mí son importantes. He podido volver a ver baloncesto en Miribilla (a veces hasta ganando y todo), he podido viajar un poco y he tenido cosas más o menos parecidas a jornadas. Esta sensación de pseudonormalidad fue la que me permtió salir en verano del estado de apatía constante en el que me había instalado y mi salud mental mejoró bastante al volver a tener cosas con las que ilusionarme, sin que la vida se redujera a ir dejando pasar los días.
Al cine también he ido más (65 veces este año) y por lo demás, pues ahí han seguido estando las series (destacando por encima de todas esa maravilla que fue Wandavision), juegos de mesa y los videojuegos. De rol, a principios de año tuve mis escarceos con el online, pero en cuanto he podido he vuelto al presencial, empezando dos campañas (Pendragon y Avengers: Aftersnap).
No se me ocurre nada más que contar. Solo que deseo que se termine ya todo este ritual de nochevieja, con campanadas, uvas y demás, y que al igual que hice el año pasado, cenaré y me iré a casa, donde estaré tan a gusto. Que lo de despertarse el 1 de enero sin resaca tiene su punto.
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