La perspectiva hace que parezca más ancha por arriba, pero es efecto visual.
Cuando compré la casa, la compré amueblada, y eso incluía loe electrodomésticos. Algunos, como el fregaplatos (que perdía más agua que una pecera con agujeros), los cambié de inmediato; otros, como el microondas, los he estado usando hasta hace poco y ahora le ha tocado el turno a un electrodoméstico que ya tenía firmada su sentencia desde hacía tiempo, pues tenía poco espacio en el congelador (desde que me aficioné a cocinar más, es algo que he notado), cerraba mal, por lo que montaba unas capas de hielo dignas de hundir el Titanic y hacía más ruido que una banda sonora de Hans Zimmer. Y hoy, cortesía de mi señor padre como regalo de cumpleaños, ha llegado la nueva nevera. La putada, que hasta pasadas unas horas no la puedo enchufar, y la vieja, para que se la llevaran, tenía que entregarla vacía y seca, de modo que este es el fin de semana de no tener comida refrigerada en casa. Debo agradecer a la vecina y compañera del instututo que se ha ofrecido a guardarme en su congelador la comida que tuve que sacar. Aunque luego dijeron no sé qué de quedársela, y no sé yo...
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