Amor y martillazos.
Una nueva entrega del dios del trueno de Marvel, en la que Waitit repite ya sin disimulo la fórmula que tanto gustó en Thor. Ragnarok, para ir a calzón quitado y plantar una película que directamente es una gamberrada que renuncia a toda la seriedad para lanzarse, como era de esperar, al cachondeo y los colorines.
El resultado global me ha gustado, pero mentiría si dijera que la película me ha parecido redonda, pues tiene unos altibajos muy grandes, con momentos muy buenos y otros que se me llegaron a hacer incluso un poco aburridos, con algún momento un poco valle. Sobre todo creo que me funciona poco en algunos momentos en los que trata de ir de la comedia al drama. No en todos, pero sí algunos. Mi sensación es que empieza muy arriba, pega bajón y luego remonta. Tampoco me terminó de convencer el villano, pero es que la sombra de Hela y Loki es alargada, y desde luego mejor que Malekith ya era.
Pero, en resumen, lo que cabía de esperar de ella: épica, humor y muy buena música.
Y, obviamente, un par de escenas postcréditos, para ampliar el universo y anunciarnos alguna cosa que llegará después.
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