Jugando a las casitas.
Ya en Bilbao (aunque mi mochila ha tenido a bien quedarse en Pamplona), relato las jornadas, aunque aquí hay menos tela que cortar, pues era un día menos y además no había actividades nocturnas, por lo que a lo mejor no tiene tanto sentido hacer el relato cronológico estricto. Las mañanas, salvo la del viernes, eran descansar en el hotel, ir dando un paseo al polideportivo y hacer tiempo hasta la hora de comer (acabábamos siempre en el centro comercial) y por la tarde algo más, con rol (Poliamor contra el mundo), charlas (seguridad y rol//historia de los sistemas de juego) y juegos de mesa diversos, entre los que destaco el de la foto, el divertido Men at Work. Y hoy, pues un poco lo mismo, pero con recogida de los juegos que les prestábamos (que es cuando me he dejado la mochila) y clausura. Y ya de ahí a casa.
Balance: obviamente, y esto lo sabíamos, han sido peores que las Umbras de otros años (decir lo contrario sería mentir), y es que la falta de pernocta es un lastre muy gordo, ya que hacía que faltaran muchas personas y actividades, pero dado lo bajo de nuestras expectativas, han sido mejores de lo que esperábamos.
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