Hoy tocaría hablar del fin de semana y las jornadas, pero me apetece hablar de que la selección española de baloncesto ha ganado su cuarto torneo europeo de baloncesto (llevan 4 ganados en 13 años y 7 ediciones consecutivas consiguiendo medallas), en un Eurobasket en el que prácticamente nadie (me incluyo) daba dos duros por ellos, pues la competencia era dura y acudían al campeonato con lo que parecía ser un equipo de transición.
Muchos creímos el día de la derrota de Bélgica que la época dorada había pasado ya, y que tocaba una nueva travesía por el desierto de la mediocridad, pero a lo tonto primeros de grupo, luego los sufridos octavos de final contra Lituania. Cuartos contra Finlandia, venga que se puede. Iban cayendo equipos gordos, y fuera se quedaban la Serbia de Jokic, la Grecia de Antetokoumpo o la Eslovenia de Doncic, y lo que días antes parecía una quimera (ganar medalla) ya era una posibilidad real.
Semifinales contra Alemania, otra de las favoritas y además jugando en casa. Van y ganan, llegaba la final contra Francia. ¿A que estos cabrones terminan ganando? Pues así ha sido, con Juancho Hernangómez en modo superestrella y el juego colectivo, llegando a tener ventajas de más de 20 puntos, y ganando con una relativa comodidad al superequipazo de Francia, España volvía a ganar.
Es difícil saber lo que deparará el futuro, y a lo mejor España sí se tira ahora años sin ganar nada en baloncesto, pero así como 2019, cuando se ganó el mundial (en parecidas circunstancias a las de ahora, en realidad), tenía pinta de fin de una era, hoy sí parece que con los Hernangómez, con Ricky, con Garuba, Alberto Díaz (soberbio el ex de Bilbao Basket), equipo hay para rato.
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