Por suerte el agua no llegaba tan arriba.
Hoy es el cuarto aniversario de mi compromiso con el seguro de hogar (y el día en el que me pasan el recibo anual), lo que no tendría mayor relevancia si no fuera porque ha venido acompañado de una incidencia, protagonizada por el retrete, que ha tenido a bien estropearse y empezar a perder agua por la parte de atrás, entre el sifón y la salida de aguas.
Eso me ha tenido un buen rato entretenido, entre pasar vigorosamente la fregona y llamar al seguro (más fácil lo primero que lo segundo), que ha prometido mandarme mañana al fontanero. Espero que cumplan su palabra, que mi baño es un ente solitario y no hay más especímenes de su clase en mi casa.
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