Tuvo sus puntos oscuros, pero su obra será eterna.
Suelo dedicar la entrada de los domingos a reseñar el fin de semana, pero antes de ponerme a ello no puedo sino presentar mi sentido homenaje a uno de los autores más influyentes de la literatura española, Francisco Ibáñez, padre entre otros de Mortadelo y Filemón, responsable de que muchos niños de mi generación aprendiéramos a leer y nos interesáramos por el mundo de la viñeta. Fallecía ayer, a la edad de 87 años, dejando para la posteridad un recuerdo imborrable y una obra perecedera.
Del resto del fin de semana, señalar que el viernes me acercaba a Etxebarri, para ver al amigo Koldo y sus chicas, y luego dando un paseíto hasta Bilbao, para acabar cenando hamburguesas en el Tipula, y luego de charla, arreglando el mundo.
El sábado también fue bastante social, con otra entrega del club del libro, de donde me traje Tierra, un cómic de Harvey Dent y La princesa prometida, así como 2 o 3 kilos más, que hubo comida a cascoporro. Pero para quemar calorías, también llevé y traje los libros de mi señora novia, que a esta edición no pudo ir. Y eso convalida como clase de crossfit.
Hoy domingo, una mañana de no hacer nada, y por la tarde, por no mirar la fecha de la partida, me presento en la lonja. Por suerte puedo hacerme hueco en una partida de Darwin´s Journey (¡y ganarla holgadamente!). Después, nos vamos al Casco Viejo y, al igual que el viernes, toca cenar hamburguesas (supersaludable todo), estas en el Gose. Aunque la sobremesa, por muy a gusto que estuviera, resulta siendo más corta, que mañana toca madrugar.
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