lunes, 18 de septiembre de 2023

Mi top-16 de vivos jugados

El rol en vivo ha evolucionado mucho desde esto.

En más de 20 años que llevo jugando a rol en vivo he jugado mucho, con partidas mejores y partidas peores, pero hoy me voy a lanzar a decir cuáles creo que son las dieciseis partidas que más me han gustado o que más he disfrutado. Este tipo de listas acaban siendo siempre injustas, pero es algo sobre lo que me apetecía escribir hoy, aunque me ha costado mucho hacerla. De hecho, en principio quería hacer un top-10, pero ante la incapacidad de dejar fuera lo que considero auténticas joyas, he terminado ampliando a 16 (que en realidad son alguno más, pero he hecho una pequeña trampa).

Previa a la lista, debo compartir una reflexión sobre qué elementos hacen que disfrutemos más o menos de una partida de rol en vivo. Obviamente, que la partida esté mejor o peor planteada hace mucho, pero el momento en el que nos pille, que el personaje que se nos asigne nos encaje más o menos o que tengamos más o menos química rolera las personas con las que jugamos es algo que también hace muchísimo, y no todo está siempre en manos de quien crea y dirige la partida, de modo que si esta lista ya iba a ser treméndamente subjetiva, esto hace que lo sea aún más.

Y estos son, en orden puramente alfabético:

15 minutos de gloria: En las ya lejanas jornadas TdN de 2006 jugué esta oscura partida, obra de Miguel Talha, en la que nos metíamos en la piel de la banda de rock Rape Fiend y el turbio mundillo que la rodeaba. No sé si me gustaría esta partida de jugarla hoy, pero lo cierto es que en su momento la disfruté muchísimo, y durante mucho tiempo ocupó el galardón de mejor partida de rol en vivo jugada por mí, y sirvió de inspiración para algunas de mis partidas futuras.
Cómo conocí a vuestra madre: Obra de Isa Navarro y Sergio Priscus, TdN 2011. Puede que el vivo en sí no fuera gran cosa, pero se dieron las circunstancias ideales para que yo la pudiera disfrutar muchísimo, sintiéndome como si de verdad fuera Ted Mosby y teniendo momentos muy especiales, románticos y de pura comedia. 
La familia Aguilar: En las jornadas Rolea 2016, Miguel Ángel Talha nos traía esta adaptación de La familia Andersson, un drama familiar con oscuros secretos y una mecánica muy original de compartir personajes. Ese día estoy bastante sembrado y consigo hacer una de mis mejores actuaciones, lo que hace que guarde muy buen recuerdo. En cierto modo, me sirvió de inspiración para 7 años y un día.
La tormenta imperfecta: En realidad este vivo (obra de Rosendo Chas) lo he jugado dos veces; una en TdN 2006, que fue un poco desastre, y otra en TdN 2010, que salió a pedir de boca. Los jugadores conseguimos crear una labor muy coral y generar, así como vivir una historia que exudaba Stephen King por los cuatro costados.
Los no recordados: De Chemo Inés y Mariano García, TdN 2015. Esta partida que empezaba como una reunión costumbrista de amigos, giraba hacia la ciencia ficción distópica, y su genialidad residía en que el primer acto, a modo de prólogo, permitía conectar muchísimo mejor con los personajes y sus relaciones. 
Maldita Lisiada: De Sara Zamudio, TdN 2018. Cuando una comedia hace que te cueste respirar a causa de la risa, sabes que algo ha hecho bien. Esta parodia de los culebrones latinoamericanos es, sin lugar a dudas lo mejor que he jugado en el género de comedia, y por eso merece estar aquí.
Midnight Krewe: Berto Toledo, Fancon 2023. El más reciente de esta lista, y tal vez el culpable de que me haya animado a hacer este ranking. De él me gustó que me permitiera evolucionar como pocos al personaje. Tampoco puedo decir de él mucho sin hacer spoilers, más que la ambientación me recordaba poderosamente a un híbrido entre Riverdale e It, con un buen chorro de Mardi Gras.
Miedo rojo: Juan Sixto y Pablo Sixto, TdN 2012. Una crítica a la caza de brujas anticomunista de los años 50 en la que nos metemos en la piel de cineastas obligados a declarar ante la comisión de actividades antiamericanas, y sufrimos la frustración de un proceso bananero e injusto pero disfrutamos enormemente como jugadores.
Misión Icarus: Diego Martínez y Nora Ortega, Amaigabeko Lurraldea 2008. De clara inspiración en 2001, Odisea en el espacio, en esta partida éramos astronautas sometidos a una situación muy tensa y decisiones muy difíciles, con un trasfondo de debate filosófico verdaderamente fascinante. Una partida con una calidad descomunal.
Old man reaver: Álvaro Flores y Willy Etxebarria, TdN 2018. Esta partida, ambientada en el universo de Firefly, consiguió hacerme sentir de verdad como un líder que iniciaba una revolución. Pelos de punta recordando el funeral de un PNJ, mientras cantábamos "You can´t take the sky from me" o el grito al unísono de "¡Nunca nos quitarán el cielo!", convertida para siempre en grito de libertad.
Padre: TdN 2016, Esperanza Montero, Notonlylarp. Una historia cotidiana, con personajes y problemas muy mundanos, con los que es tremendamente fácil conectar. Por si no lo he comentado, adoro el costumbrismo contemporáneo en el rol en vivo, y esta partida es un buen exponente. En ella soy el cuñado de un empresario moribundo, y en la partida descubro que no solo él maltrataba a su mujer, sino que su hijo, mi sobrino, maltrata a la suya. Una historia muy humana. 
París, la noche más larga: Antonio Sanz, Telaranya, CLN Granada 2002. En realidad, bajo este paraguas, entrarían muchas de las partidas que creó Antonio (como Telaranya de mentiras, Lusitania, Chicago Blues...), que en su momento eran sin lugar a dudas lo mejor que había en rol en vivo. Fue el maestro que me enseñó que había otra forma de hacer rol en vivo, y ninguna de mis partidas existiría de no haber sido por su influencia. Son partidas que seguramente si las jugara hoy por primera vez no me parecerían gran cosa, no lo voy a negar, pues mi forma de ver el rol en vivo ha ido cambiando mucho desde entonces. Pero su importancia, y lo mucho que las disfruté en su día, hacen que sin duda merezcan aparecer aquí.
Pecados de la carne: TdN 2008, Manuel Sueiro y Rosendo Chas. Si tuviera que quedarme con una sola, puede que fuera esta. Fue vivir una película de terror desde dentro, en una historia al más puro estilo La matanza de Texas o Las colinas tienen ojos, cuyo legado, la infame familia White, se convirtió en canónica en el juego de rol Cultos Innombrables. 
Showbusiness: Rosendo Chas, TdN 2011. Una gamberrada que se burla de todas las teorías de conspiración, convirtiendo la reunión de líderes mundiales y guionistas de la realidad (literal) en una delirante competición de ver quién soltaba la burrada más gorda. Fue una inspiración más que directa para mi vivo La llamada de Cthulhu.
This war of mine: Rolea 2019, Piero Sagi, Valle y Carlos Cueto. Traslación casi directa del videojuego a rol en vivo, esta partida tiene el honor de ser la única vez que he llorado jugando a rol, con un final tremendamente emotivo y un desarrollo de personajes brutal.

Sin duda habrá partidas excelentes que me habré dejado fuera, pero en algún punto tenía que poner la raya. Naturalmente, si me dejo algún autor fuera ya lo siento, y si tengo constancia de algún error, lo corregiré tan pronto me sea posible.

Puede que algún avezado lector se percate de que entre mis mejores partidas no hay ninguna que haya dirigido yo. Es verdad, hay partidas que he disfruado muchísimo dirigiendo, pero no todo en este blog va a ser hablar de mí, y además así, tengo la excusa para hacer otro día un ranking distinto.

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