No, no va sobre política.
Las herencias sacan lo peor de las personas, y más cuando hay dinero de por medio. Es el caso de una señora que, al morir, tiene a sus dos hijos y a la nuera aleteando por repartirse su dinero, a la vez que se descubre que la señora tampoco era una hermanita de la caridad, y las vecinas (legítimamente interesadas por el alquiler de la casa en la que viven) cotillean, para ver si se enteran de algo.
El problema viene cuando la señora resulta estar menos muerta de lo que parecía, y los hijos, que ya se habían hecho a la idea, inician los trámites para agilizar la cosa, incurriendo así en algún que otro ilícito penal.
Muy teatral y ácida, nos muestra a personajes muy extremos y con un aire a lo Alex de la Iglesia, que en momentos recordaba tangencialmente a su maravillosa La comunidad, y que en general se hace bastante amena. Muy irreal por momentos, pero entretiene y en ningún momento llega a ser aburrida, de modo que para echar la tarde sin pretensiones, a mí me ha funcionado.
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