¡Agente, esta marihuana es para consumo propio!
Una extraña pandemia asola Francia, y también otros países del mundo, cuyo efecto es que los humanos se conviertan en animales, de forma bastante literal. Y en vez de recibir ayuda, son aislados, cazados y exterminados, en lo que es todo un canto de tolerancia a los diferentes.
En ese contexto la historia se centra en François y su hijo adolescente Emil, que además de haber perdido a la esposa de uno y madre del otro cuando se convirtió en animal y se fugó, tienen que lidiar con la adaptación al pueblo al que se mudan, que no es particularmente problemático, y a la gradual transformación de Emil en animal, que eso ya sí que dará algo más de guerra.
A un mensaje bastante obvio sobre la aceptación, el racismo y lo malo que puede llegar a ser humano, se une también la alegoría de la adolescencia como transformación en ser extraño, que es la que sufre Emil, y cómo además de aceptarse a sí mismo tiene que aprender a encajar en el mundo, mientras que su preocupado padre hará lo que sea por protegerlo. En el fondo unos recursos un tanto formuláicos, pero que funcionan, dado que la propuesta que tiene de fondo sí que resulta bastante original.
No me ha cautivado, pero le reconozco que tiene su aquel.
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