Lo importante: están ricas.
El domingo me dio por repetir la receta de las Oreo caseras que tan buen resultado me dio en septiembre, pero con tan mala suerte de que la mitad se me quemaron (las que no se quemaron, deliciosas, eso sí).
Eso tenía como consecuencia que me sobraba un montón de crema, demasiada para la fuente de galletas, y tampoco era cosa de tirarla, así que hice un experimento: eché harina a ojímetro, batí un huevo y metí la mezcla en el horno, a ver qué salía.
Y lo que salieron era una especie de bizcochos, más esponjosos que una galleta, pero con una textura rica, y con el sabor de la vainilla, que quedaba muy bien. Así que si alguien ve la foto y piensa en croquetas, en cierto modo tendría razón, ya que esto ha sido un poco lo mismo: cocinar las sobras, a ver qué sale.
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