La tira me hizo gracia.
Otro año que se nos va, y otra nochevieja que me pilla con cero ganas (hoy ni voy a salir), pero lo bueno es que mañana ya será 2024, y se habrá pasado la parte coñazo de las navidades.
Pero hoy no toca hablar de 2024, sino del año que se termina, un año en el que se podría decir que ya hemos alcanzado la normalidad pre-Covid, y por fin en febrero pude volar en avión sin mascarilla. De hecho, hablando de vuelos, este año viajé un poco más, y por fin pude hacer algo de turismo en el extranjero, con la escapada a Glasgow. Escapada que hice para ver a un Bilbao Basket que este año me ha dado más disgustos que alegrías, pero así va el deporte. De salud bien, otro año sin saber lo que es coger una baja, y en el trabajo esta sensación extraña de saber que me voy pero sin saber cuándo. Mi previsión es febrero, a ver si acierto.
La vuelta a la normalidad también trajo consigo la nueva edición de las Omicron, si bien he de decir que entre la precipitación y el desgaste, así como estar oxidado tras 4 años sin hacerlas, hizo que no las pillara con muchas ganas. Eso, por suerte, no me ocurrió con TdN y Rolea, o con algunos de otros eventos a los que he ido este año.
Ha sido también año de record en mis visitas al cine, poniendo la marca en un difícilmente igualable 101, que veremos si consigo superar este año que entra.
Y creo que no me dejo nada.
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