Con cero esfuerzo.
No me suele molestar meterme en la cocina y dedicar tiempo a hacer cosas ricas (aunque luego en foto me queden siempre horribles), lo que hace no muchos años habría sido impensable, dado que yo era, y no tengo ningún reparo en admitirlo, de los que no pasaban de meter las cosas en el microondas.
Pero hay veces en las que apetece más, y otras en las que apetece menos, y la entrada de hoy va para una "receta" que con muy poco esfuerzo nos puede dar cosas muy resultonas.
Para este pollo a la trufa me limité a comprar un brick de caldo (usé el de trufa de Lidl, pero me habría valido cualquiera). Dejé la noche entera dos pechugas de pollo enteras mojándose en ese caldo, y al día siguiente cocí el pollo en ese caldo. Añadí patatas fritas (sí, de bolsa), especié un poco, lo dejé unas horas para que cogiera cuerpo y ale-hop.
Obviamente no queda igual que un estofado de verdad, pero da razonablemente el pego y, sobre todo, puede ponerlo en práctica cualquier persona que se crea que no sabe cocinar.
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