Les falta un cuarto para ser los Trotamúsicos.
Siguiendo con la saga de precuelas simiescas, esta nueva entrega nos lleva a un momento de la historia en la que los macacos ya se han hecho con el control del planeta.
Antes de meterme en spoilers voy a dar mi opinión, y esta es bastante desfavorable. Si bien visualmente es una película muy vistosa y no se complica en demasía con su argumento (película bastante típica de aventuras), a mí no me ha terminado de funcionar, y aunque tiene momentos que sí me gustaron, tiene otros que se me hacían terriblemente aburridos, y las 2 horas y media que dura me resultaron exageradamente largas. Creo que el hecho de que esté protagonizada por monos CGI y no por humanos tiene mucha culpa de eso.
Ahora sí, mi resumen con spoilers, haciendo la previa advertencia de que es muy posible que mezcle personajes, ya que al ser todos monos, algunos me costaba diferenciarlos.
Han pasado varias generaciones. César ha muerto y nos cuentan que el virus ha hecho más listos a los monos y más tontos a los humanos, pese a lo que los listísimos monos, con todo el acceso que tenían a la tecnología humana, siguen viviendo como en el neolítico. Entre esos monos está Noa (sutilísimo spoiler en el nombre, por cierto), un chimpancé que vive feliz en su aldea haciendo monerías, hasta que la aldea es asaltada por los monos malos, a lo Conan, que matan a su padre, pegan fuego a la aldea, secuestran a todos sus amigos y le dejan tirado en el yermo.
Como si de un RPG de mundo abierto se tratara, Noa explora su entorno, saquea inventario y, como es un hábil entrenador Pokemon, se hace con un caballo y un águila. Por el camino se encuentra con el primer NPC importante, un orangután que parece ser antepasado del icónico Dr. Zaius y con una humana, a la que adopta.
Por el camino tienen algunos encuentros con monos malos, de esos que persiguen humanos a caballo, como si de su fiesta regional se tratara, para marcar que hay monos buenos (Noa y Zaius) y monos malos. En algún momento Zaius acaba muerto, por culpa de los monos malos, claro, y Noa se va con la chica a un asentamiento simiesco en una presa junto a la playa, gobernado por el Rey Louie (el jefe de los que la liaron en la aldea de Noa) y su guardaespaldas, el feroz Donkey Kong.
Nos cuentan que en esa playa hay un silo nuclear (no nos lo cuentan así, pero se sobreentiende) al que el Rey Louie quiere acceder, para hacerse con su tecnología, pero no pueden entrar. Quien sí puede entrar es la humana, que se conoce la puerta de atrás, y pese a haber sido criada en un entorno primitivo, parece ser una experta en todo tipo de tecnologías. Con Noa y sus amigos se meten dentro, activan las luces y abren las puertas, aprovechando la humana para hacerse con un cartucho de Supernintendo (lamentablemente esto solo es metafórico) que es lo que ha ido a buscar. Empieza a parecer que la humana es algo más que una troglodita estándar (que viviendo así esté siempre perfectamente maquillada y depilada también era otra pista).
Decir "qué chica tan mona" se postula como candidata a chiste menos original de la historia.
Bueno, que cuando se abren las puertas, al Rey Louie se le pone la cosa morcillona, ya que quiere acceder a toda la tecnología humana, y amenaza con matar a la hermana de Louie, pero la humana (que si la vemos desde el punto de vista de los monos es una amenaza peligrosa y una psicópata) saca una pistola, se carga a uno de los guardaespaldas de Louie y vuela la presa para inundar el silo, con todos los monos dentro. El protagonista se llama Noa y hay un diluvio, sutil. Entre la confusión y el caos, Noa se pelea y derrota a Donkey Kong, y llega a la batalla final contra el Rey Louie, al que derrota cantando y tirándole águilas encima, a lo Gandalf.
Mientras tanto, y a modo de epílogo, la humana se va a un refugio de Fallout, lo que explica por qué sabía de tecnología. Allí, con otros humanos listos, meten el cartucho de Supernintendo en una máquina, encienden el Internet, se conectan con otros humanos y termina la película, pero no la saga, porque seguro que seguirán estirando el chicle.
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