Cazando palomas.
Días largos por la fecha en la que estamos y las benditas horas de luz hasta las diez y finde largo porque el viernes lo cogí libre, sin más motivo que el de ir gastando días y que no se me acumulen todos a fin de año.
Y bien que me vino, porque una gastroenteritis tuvo a bien animarme la tarde del jueves y la mañana del viernes, por lo que este día básicamente me lo pasé dormitando el el sofá y cocinando para el sábado, con una breve pausa para echar una partida a Welcome to the Moon. Y ya por la noche, que estaba algo mejor, al cine a ver La promesa de Irene.
El sábado por la mañana lo dedico a hornear galletas y leer, pues a la tarde teníamos club del libro. Las galletas para llevar y la lectura para ponerme al día. Tras el club del libro, volvemos a Bilbao y nos damos un paseo para ver las atracciones de la noche blanca.
Domingo por la mañana. Ya me quería levantar pronto, pues a las 10:00 tenía partida de Seafall, pero un mosquito tiene a bien decidir que sea todavía más pronto, zumbando a las 8:30 de la mañana, como si no hubiera ídem.
Voy a la partida, con desastroso resultado (la gastroenteritis se fue, pero tenía una alergia de caballo), luego nos vamos a comer unas pizzas, me quedo de sobremesa un rato y me voy a casa, a tirarme en el sofá. Me veo la tercera Bad Boys, con lo que ya puedo ver la cuarta en el cine, y dedico el resto de la tarde a hacer nada. Miento, a hacer nada y a dar caza al mosquito de la mañana, cuando lo pillo lento y adormecido por el festín de sangre que se pegó a mi costa por la mañana. ¿Hay alguna sensación más satisfactoria?
Eso ha sido mi fin de semana.
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