Scarlett y su dichosa manía de enamorarme cada vez que sale en una película.
1969. En plena carrera espacial el Gobierno de los EEUU decide contratar los servicios de la experta en marketing Kelly Jones, con la doble función de conseguir financiación para el proyecto Apolo XI y de montar unas imágenes alternativas por si la cosa sale mal. Porque esta carrera no era un tema de ciencia sino de imagen.
Allí Jones se topará con Cole Davis, un expiloto que dirige el proyecto, y entre ambos surgirá inmediatamente una conexión muy especial, en contraste con sus diferencias personales, creándose una relación con dinámicas muy divertidas.
Con un ritmo muy ágil y un tono desenfadado, es una película muy amable de ver, con un tono de comedia ligera que le sienta muy bien y con una Scarlett Johansson que, como de costumbre, se come la pantalla y hace suya la película desde que empieza hasta que termina. A eso le sumamos un simpático elenco de secundarios y tenemos una película más que disfrutable, con un final que si bien es previsible, nos dejará con la sonrisa instalada.
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