Esa será posiblemente mi nueva mesa.
Hoy el despertador no ha sonado, que sigo de vacaciones, pero a media mañana me he acercado a la oficina (la que tengo a 4 minutos andando) para echar una mano con el desembalaje. He estado menos tiempo que el viernes, porque algunas cajas con papeles viejos estaban levantando algo de polvo y empezaba a asomar una leve alergia, pero al menos he podido desembalar y enchufar los ordenadores en sus puestos. Pero lo más importante, por fin he podido ver la oficina y el que será mi puesto de trabajo.
El lunes me toca volver al trabajo y, aunque siempre da pereza volver, esta vez me dará un poco menos de pereza.
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