viernes, 13 de junio de 2025

Votemos

Parece una comedia, pero de eso nada.

Tras lo que podría parecer una comedia, que en absoluto lo es, se esconde una más que interesante reflexión sobre dos temas que le pueden amargar a uno la existencia, como son las malas relaciones con los vecinos y las enfermedades mentales.

Cuando los propietarios de un portal se reúnen para votar si poner el ascensor o no, todo parece ir fluido hasta que uno de ellos comenta que va a alquila el piso que tiene vacío, y por error deja caer que su inquilino padece una enfermedad mental. En ese momento, toda la maquinaria de prejuicios y miedos empiezan a aflorar, con todo un catálogo de reacciones que reflejan muy bien el estigma y sambenito que tienen estas afecciones, y cómo para algunos son unos parias peligrosos a evitar. Así que proceden a someter a votación si aceptan que el nuevo inquilino entre a vivir, haciendo oídos sordos a las explicaciones de uno de los personajes, que les hace ver que de la misma manera que si tenemos un esguince o una gripe vamos al médico, con la salud mental hacemos lo mismo. Pero nada puede contra la losa de la intolerancia y el prejuicio.

La película, con un desarrollo muy ágil y unos personajes muy bien construidos. Con grandes diálogos, tiene un planteamiento muy teatral, con los personajes todo el rato en ese salón, que poco a poco se va convirtiendo en una jaula de grillos a medida que va saliendo toda la mierda que se tiran los vecinos unos a otros, y se van retratando hasta que al final el supuesto loco acaba siendo el más cuerdo de todos.

Un retrato muy interesante de la condición humana y de la visión que como sociedad tenemos de las enfermedades mentales.

Muy recomendable.

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