¡Ahora con reptiles!
Casi diez años ha tardado en salir esta secuela de una de las mejores películas de la época moderna de Disney, pero la espera ha valido la pena. Valga decir que su antecesora se convirtió en un clásico instantáneo y esta no tiene nada que envidiarle, pues es igual de divertida, el guion está muy bien hilado y sigue siendo un regalo a la vista, repleto de detallitos simpáticos.
La trama es la típica historia de policía que, por culpa de una conspiración se ve fuera del sistema y perseguido por sus antiguos compañeros y que tiene que luchar por defender su inocencia a la vez que tiene que evitar que los verdaderos culpables se salgan con la suya (casi un subgénero en sí mismo, vaya) pero muy bien gestionada y adaptada a este universo, siendo un gran vehículo para introducir nuevos personajes y ofrecer un cocktail que combina muy bien acción, humor y momentos emotivos. El guion tiene además sus aciertos y consigue, dentro de un orden, sorprender.
Una película fabulosa, cuya mejor carta de presentación es, y me voy a repetir, estar a la altura de la primera, que no es poco.
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