(Monólogo con el que participé en el concurso de monólogos friáis de las CLN Algemesí 2004)
Hoy día la gente se piensa que ser un sectario adorador de Cthulhu es un chollo, y es cierto que tiene sus cosas buenas; conoces gente, te invitan a fiestas interesantes, puedes cometer actos malvados con total impunidad y manipular a las masas sin que nadie te diga nada. Es como pertenecer al Partido Republicano.
Pero que nadie se lleve a engaño, ser un sectario, es una putada.
Ser sectario es algo totalmente vocacional, una vocación que te entra de golpe la primera vez que ves a Cthulhu, pero ya desde niño empiezan los problemas, ya que todos te miran raro cuando te preguntan qué quieres ser de mayor y respondes “adorador de un ente sobrenatural que ansía destruir la raza humana”
La etapa de estudiante tampoco es mejor. Para empezar, se enseña en pocos sitios, así que te tienes que ir a la universidad de Miskatonic, que es la única en la que existe esta carrera, pero no es un camino de rosas, para empezar, los manuales, totalmente desactualizados, libros muy gordos, apuntes farragosos, y haciendo chuletas… ¡te vuelves loco!
Los temarios son muy duros, pues a ver quién es el guapo de que se aprende las 999 formas de Nyarlathothep, la lista de los flautistas de Azathoth, o los nombres de los hijos de Shubb Niggurath, y no sabéis lo duro que es que te suspendan un examen oral por decir Hastur.
Eso por no hablar de los investigadores que, insistentemente, se cuelan en tu casa a robarte los apuntes, casi siempre el día antes del examen. Una putada, oiga.
En efecto, los años de estudiante son duros, pero luego es aún peor, cuando tienes que enfrentarte al mundo laboral, con esas entrevistas de trabajo en las que te exigen conocimientos de elíptico o hiperbóreo, y ya no hablemos de intentar buscar trabajos más convencionales… cuando ves que los manicomios están llenos de gestores de RRHH que leyeron tu Currículo Vital, te replanteas las cosas.
Así que intentas buscar trabajo de lo tuyo, de sectario, y miras anuncios en prensa: “Se requiere sectario, aconsejable mala presencia, imprescindible conocimiento de mitos de Cthulhu, se valorará esquizofrenia”
Y bueno, la verdad es que no es difícil colocarte como acólito en una secta, porque oferta hay, aunque luego las condiciones laborales son muy malas.
El sueldo, bajísimo. Los jefes… no se te ocurra discutir con ellos, y lo que es la jubilación, horrible, los hay que llevan 300 años trabajando, y nada, ahí siguen, vamos, que te explotan.
Y sientes la necesidad de dejarlo, pero claro, las facturas llegan, y la hipoteca hay que pagarla, y encima no te vale cualquier casa, ya que a ver cómo metes al Shoggoth en un minipiso de 25 metros cuadrados, eso, y que no se te quejen los vecinos porque les molesta el “Tekelili-Tekelili” por la noche.
Y es que, ésa es otra, la vida social de un sectario, complicado. Al final te acabas relacionando nada más que con los compañeros de trabajo, porque los demás te miran mal.
Y es que hay costumbres que se te quedan, que pueden darte problemas. Sin ir más lejos, el otro día tenía una comida familiar y me pidieron que trinchara el pavo… y vaya si lo trinché. Trinché al pavo, al gato, al tío Genaro… ¡es que fue ver sangre y me emocioné!
Pero ésa no ha sido la peor, peor fue aquella noche que estaba de copas y en un momento de confusión empecé a matar gente, y cuando me echaron del bar me di cuenta de que el cartelito decía consumición mínima obligatoria y no consunción mínima obligatoria.
Es jodido, sí, sobre todo la vida en pareja, con discusiones domésticas y, claro, no te sirve como excusa decir que no tienes tiempo para sacar de paseo al perro de Tíndalos.
Por si fuera poco, están los sueños que te llegan, llenos de publicidad basura, “tinta barata”, “consigue tu diploma”, “alarga tus tentáculos”.
Pero lo peor de todo, que es lo que más me está empujando a dejar la profesión, es que cada vez que intento copiar un grimorio o manuscrito, ya tengo a la SGAE encima intentándome cobrar el canon.
muy bueno lo del perro de tindalos XDDDD
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