Dicen que lo peor de los lunes es levantarse para trabajar. La verdad es que, habiendo estado tanto tiempo sin un puñetero empleo medianamente estable, creo que lo peor es levantarse un lunes y no tener nada que hacer.
Efectivamente, es una jodienda levantarse a las 6:30 de la mañana, en vez de poder levantarse uno a las mil como el domingo, pero el sabor de hacer algo útil (como por ejemplo este blog) compensa.
Probablemente eso lo digo ahora, que llevo dos semanas en el curro nuevo y todavía estoy con la ilusión de lo nuevo, y que dentro de unos meses estaré hasta las narices de la rutina de los lunes, de los madrugones y del autobús, pero de momento, no me quejo, el trabajo me hace feliz.
Lo de trabajar en Vitoria no es tan horrible, son 45 minutos en autobús que, la verdad, son lo mejor del día. Cuando te has levantado a las 6:30, con un sueño horrible, te duchas, te vistes, y te espanzurras en el asiento del autobús, escuchando música... deseas que el autobús nunca llegue.
La vuelta, cuando uno está más despierto, se suele hacer algo más aburrida, pero tan pronto como haya podido aprender a manejar la supercard, podré usar la Nintendo DS en condiciones y jugar a a las múltiples copias de seguridad de los juegos que, sin duda, no se piensen cosas raras, señores de la SGAE, tengo originales.
En cuanto a lo que es el trabajo en sí, a veces me siento como si me hubieran lanzado a una piscina, sin saber nadar, al grito de ¡nada! Pero bueno, es la parte divertida del trabajo, tener que buscarte la vida, cuando te toca hacer el trabajo de alguien que no está, y nadie sabe cómo se hace, tiene su guasa, coger en el teléfono llamadas de personas que no saben ni de qué están hablando, o que te llame un señor desde China, intentes desviar la llamada, le cuelgues sin querer y grites "doh!"
Por lo demás, la mañana tranquilita. Creo que me iré a tomar otro chocolate :P
Efectivamente, es una jodienda levantarse a las 6:30 de la mañana, en vez de poder levantarse uno a las mil como el domingo, pero el sabor de hacer algo útil (como por ejemplo este blog) compensa.
Probablemente eso lo digo ahora, que llevo dos semanas en el curro nuevo y todavía estoy con la ilusión de lo nuevo, y que dentro de unos meses estaré hasta las narices de la rutina de los lunes, de los madrugones y del autobús, pero de momento, no me quejo, el trabajo me hace feliz.
Lo de trabajar en Vitoria no es tan horrible, son 45 minutos en autobús que, la verdad, son lo mejor del día. Cuando te has levantado a las 6:30, con un sueño horrible, te duchas, te vistes, y te espanzurras en el asiento del autobús, escuchando música... deseas que el autobús nunca llegue.
La vuelta, cuando uno está más despierto, se suele hacer algo más aburrida, pero tan pronto como haya podido aprender a manejar la supercard, podré usar la Nintendo DS en condiciones y jugar a a las múltiples copias de seguridad de los juegos que, sin duda, no se piensen cosas raras, señores de la SGAE, tengo originales.
En cuanto a lo que es el trabajo en sí, a veces me siento como si me hubieran lanzado a una piscina, sin saber nadar, al grito de ¡nada! Pero bueno, es la parte divertida del trabajo, tener que buscarte la vida, cuando te toca hacer el trabajo de alguien que no está, y nadie sabe cómo se hace, tiene su guasa, coger en el teléfono llamadas de personas que no saben ni de qué están hablando, o que te llame un señor desde China, intentes desviar la llamada, le cuelgues sin querer y grites "doh!"
Por lo demás, la mañana tranquilita. Creo que me iré a tomar otro chocolate :P
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