jueves, 26 de julio de 2007

Oficialmente ex-abogado

No es un "protesto, señoría",
es un "hasta nunca abogacía"

Pues sí, ya es oficial, me ha llegado hoy del Ilustre Colegio de Abogados de Vizcaya la carta por la cual me notifican que, como yo pedí, ya me han dado de baja, con lo cual ya no soy abogado.

A decir verdad, llevaba más de un año en situación de no ejerciente (ya contaré por qué en algún capítulo de mis memorias, que la cosa tiene su gracia) y mi última actuación procesal fue a finales de enero, me hace bastante ilusión saber que por fin he abandonado definitivamente el mundillo. Y sobre todo saber que me ahorro pagar la cuota, que ser abogado es un vicio caro, ya que además de los 1.400 € que tuve que pagar en su día para darme de alta, luego entre la cuota gremial (no nos engañemos, el Colegio de Abogados es un gremio), el seguro obligatorio, la mutua, pitos, flautas y demás enseres, se planta uno en más de 1.000 anuales. Y eso sólo para poder ejercer, que si empezamos a hablar de teléfono, trajes, cartas, y ya qué decir de montar un despacho, la cosa se dispara mucho.

Pero bueno, eso forma parte del pasado, y haberlo dejado atrás me ilusiona casi tanto como me ilusionó colegiarme, allá por diciembre de 2004.

No obstante, no me arrepiento de haberme lanzado a tan desastrosa aventura. Fue una decisión errónea y si volviera al pasado no la volvería a tomar, pero como no tiene sentido arrepentirse de las cosas pasadas, prefiero consolarme pensando que el haber estado tan sumamente puteado a nivel profesional, y por añadidura personal, me ayuda a valorar lo que tengo y a darme cuenta de que tengo mucha suerte de tener el trabajo que tengo, o de forma más pragmática, haber estado en el pozo me dio fuerzas para poder hacer todo el esfuerzo que dediqué a mi actual trabajo.

Y también otra cosa que tengo clara, que aunque fue un desastre, de arrepentirme de algo prefiero que sea de haber tirado dos años a la basura que de no haberlo intentado, y prefiero saber que la cagué a pasarme la vida preguntando qué podía haber sido de haberlo intentado.

Por suerte, en esta vida todo tiene remedio, menos la muerte y los impuestos, y supe reconducir a tiempo mi carrera profesional.

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