martes, 20 de noviembre de 2007

Memorias de un ex-abogado (XIII)

Ay, torito, qué guapo me he puesto para el juicio. Sin limón ni nada.

Capítulo XIII: El caso del taxista (II) - El juicio

Lo había dejado en vísperas del juicio, y el día antes del mismo vi que no iba a bailar solo, sino que la contraparte había decidido presentarse también con abogado, solo que había esperado al último día para notificarlo (todo legal) pero bueno, en esta profesión era consciente de que me iba a tocar muchas veces enfrentarme a otros letrados, y alguna tenía que ser la primera (aunque tenía la experiencia del asunto aquel del ordenador, donde la otra parte también había acudido con asistencia letrada)

Round 1, fight!

Comenzaba el tema con la previa manifestación de la otra parte de que iba a reservarse las acciones civiles para el futuro (dicho en castellano: hoy discutimos la pelea, el tema de la indemnización lo dejamos para otro juicio) la cosa trraería tela.

También digno de mención que intentara aportar como prueba una bolsa con pelo, que supuestamente era el que el taxista le había arrancado a la motera, y que el juez desestimó de forma tajante (sólo le faltó decirle al otro abogado que se metiera esa bolsa por.. los pliegues de la toga.

Luego vinieron las declaraciones de las partes. Primero declaraba la denunciante: una macarra de Otxarkoaga que daba terror al miedo y que tenía pinta de desayunar clones de Chuck Norris, quien declaró, con su aire chulesco, toda la ristra de mentiras que había planteado en su denuncia, aunque el juez la miraba con cara de no estarse creyendo ni la mitad.

Tras ella declaró mi cliente, quien ignorando las indicaciones que yo le había dado, entró totalmente en el juego del otro abogado y llegó a soltar perlas del estilo "igual sí la amenacé un poco para que dejara de pegarme" O_o "

-Señoría, pido la venia para golpear a mi defendido con la banqueta- tuve ganas de decir en ese momento.

Tras él tocaban los testigos. El testigo de la motorista macarra no supuso ningún problema, ya que su testimonio era menos creíble que el guión de "Al salir de Clase" y saber que podía caerle una buena si se demostraba que mentía en un juicio le hizo ser bastante poco hablador.

Luego llegaron mis testigos...

Todas y cada una de las veces que hablé con ellos me dijeron y recalcaron que habían visto claramente cómo era la motera la que había agredido al taxista y que éste no había hecho nada, y yo les había dicho "en el juicio quiero que digáis exactamente eso que me acabáis de decir a mí", e incluso el día anterior al juicio quedé con ellos para repasar lo sucedido.

Pero nada, puede ser que fuera el miedo escénico, puede ser que les entrara la vena creativa, o que se pensaran que aquello era una partida de rol en vivo, pero el caso es que se empezaron a salir del guión y a decir cosas que no tenían nada que ver con lo que me habían dicho a mí, añadiendo detalles irrelevantes a la trama y omitiendo cosas fundamentales, mientras yo miraba estupefacto. Para más añadidura, cada vez que yo intentaba preguntar a los testigos si la moto la había tirado el taxista o la motorista, el juez me cortaba, diciendo que como las acciones civiles se habían reservado para futuro, eso era irrelevante.

Pasado el trámite de los testigos (que si lo sé me los dejo en casa) tocaban las concluisones, el speech final, y aquí debo admitir que el otro abogado, más experimentado que yo, anduvo bastante hábil, y aunque soltó alguna que otra tontería, lo hizo sin duda mejor que yo.

Cuando me tocó el turno, yo estaba que apenas era capaz de mantener la compostura, y curiosamente, yo que no soy una persona de dicción especialmente comprensible (y probablemente tendría bastantes papeletas para protagonizar una película sobre la vida de Antonio Ozores) cuando me pongo nervioso vocalizo bastante bien, y se me entendía perfectamente lo que decía (soy raro hasta para eso)

Pero ni mi perfecta dicción (y lo digo sin un ápice de ironía), ni lo estudiado de mi discurso parecían interesar al juez, que cuando yo empecé a hablar estaba mirando al techo, pasando de todo. Naturalmente aquello me descolocó bastante, y me desmontó totalmente, y si a ello le sumamos que cada vez que yo hablaba de la moto el juez, al más puro estilo juancarlista, me cortaba, aquello me terminó de matar, y el discurso que tantas veces había ensayado acabó convertido en un churro.

Y como esto se está alargando demasiado, dejo la sentencia para una entrada futura, que también tiene su miga.

2 comentarios:

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