Capítulo XIV: El caso del taxista (III)- La Sentencia
No me había dejado con muy buen sabor de boca el juicio, pero como dijo Julio César, "alea jacta est" y ya poco había en mi mano que no fuera esperar a la sentencia.
Y no hubo que esperar mucho. Dicen que la justicia en este país es lenta. Pues a veces es jodidamente rápida, y las malas noticias siempre van rápidas. En efecto, el juicio fue tal que un viernes 4 de noviembre y la sentencia fue publicada con fecha... ¡5 de noviembre!
Y qué sentencia... Sobre el papel no era especialmente desfavorable, ya que venía a decir que la pelea había sido culpa de las dos partes, con lo que condenaba a una semana de arresto domiciliario a cada uno, lo cual era el menor de los problemas. Lo malo es que la sentencia daba como válida la tesis de que las lesiones las había provocado mi cliente y que la moto la había tirado él, dejando una puerta abierta a que la contraparte, que había reservado las acciones civiles metiera la demanda. Y con esa chapuza de sentencia, de 4 miserables páginas, lo tenían a huevo.
La sentencia era un auténtico despropósito, y se notaba que el juez se había dedicado a pensar en las musarañas durante la vista, ya que decía cosas que no tenían nada que ver con lo manifestado en el juicio e incluso decía algunas que contradecían claramente lo sucedido, no ya en el lugar de autos (y nunca mejor dicho) sino en el propio Juzgado. Está claro que el juez y yo no habíamos estado en el mismo juicio.
Habría entendido que el juez hubiera dicho "el acusado miente, los testigos también mienten y su abogado no dice más que tonterías, así que condena al canto". Me habría jodido pero lo habría entendido.
Lo que me parecía menos comprensible es que el juez, al estilo de Homer Simpson, no debió de divertirle el juicio, y como se aburría se inventó su propio juicio, por lo que la sentencia era un ejercicio de literatura creativa, una suerte de fanfic que ponía en boca del acusado cosas que él no había dicho, y soltando perlas como “de forma eufemística admitió haber `interceptado`, artificio lingüístico para justificar el haberla golpeado hasta que cayó al suelo” (que alguien le dé un diccionario a este tipo) También hacía lo propio con los testigos, obviando en la sentencia cosas fundamentales que habían dicho (según la sentencia la testigo vio que el taxista conducía con una mano mientras agarraba con la otra el pelo de la motera, cuando lo que ella dijo fue que iba con ambas manos al volante) y lo más sangrante, afirmar que alegué, “de forma velada”, la atenuante de legítima defensa, cosa que me dejó a cuadros, ya que en ningún momento dijimos nada ni remotamente parecido. (Mayormente porque negué una y otra vez que él la hubiera golpeado)
Si a eso le sumamos que en la sentencia dejaba muchas cosas sin aclarar, pero dandolas por hechas, nos dejaba con el culo judicialmente al aire, y básicamente la cosa quedaba así: habría un juicio posterior en el que ellos podrían decir "me debe dinero porque me ha provocado unas lesiones y me ha jodido la moto, tengo esta sentencia que así lo dice. La parte dolorosa es que la sentencia no explicaba la relación causa-efecto, ni quería entrar en ello, ya que "eso es materia de otro juicio" y el segundo juicio no admitiría discusiones al respecto, dado que "ya hay una sentencia que explica eso" Así que la negligencia de aquel juez, para quien mi juicio solo era uno de los 5-6 que tenía esa mañana, nos derrumbó por completo.
La sentencia fue recurrida, pero al no tener forma de demostrar que el juez se había fumado el juicio, nos la desestimaron, con una bonita resolución cortapegada por la Audiencia Provincial, que como era de prever, plantó su cortapega de desestimación genérica sin hacer ni puñetero caso a mi recurso de 10 folios, y eso que tardaron (como es habitual) más de un año en resolver.
La última noticia que tuve del tema fue cuando el abogado de la otra parte, un tipo simpático pero que había visto demasiados capítulos de Matlock, me llamó (año y pico después) para decir que pensaban pedir el oro y el moro, con unas peticiones totalmente desorbitadas, aunque para aquel entonces yo ya me había desvinculado del mundo de la abogacía y había dejado el asunto en manos de otro compañero.
Huelga decir que cosas como ésta fueron las que me hicieron perder la ilusión por la abogacía.
deberías haber pedido una prueba de alcoholemia al juez...
ResponderEliminar¿No hay taquígrafos o grabadoras o algo?
ResponderEliminarLa presunta justicia cada día me da más risa, y más miedo.
En los juicios de faltas no se graba la vista (en los demás juicios sí) solo se levanta acta, en la que se cuenta lo sucedido, pero claro, se cuenta más o menos.
ResponderEliminar