En mi trabajo me suelo encontrar con casos de auténticos jetas, artistas en la poco noble disciplina de vivir de lo ajeno, y en algunos casos como el que relato, verdaderos superclases del gorroneo.
Una de las premisas básicas del Ingreso Mínimo de Inserción, o IMI (nombre técnico de eso a lo que los ciudadanos de etnia calé tienen a bien denominar "la paga") es que se concede una ayuda por persona. Es decir, si pides una Renta Básica, pues te la darán o no, pero lo que está claro es que si ya tienes un expediente abierto, no te van a abrir otro.
Pero bueno, en esta gran función hay actores de todo tipo, y la desvergüenza es audaz, así que ayer me tocaba fotocopiar para su remisión al Juzgado de lo Penal de dos expedientes, que comportaban una curiosa peculiaridad: ambos correspondían a la misma persona.
Como ya dije, la osadía de los caraduras llega a muchos sitios, y en el caso que nos ocupa, esta persona tenía presentadas dos solicitudes de Renta Básica, como si se tratara de dos personas distintas, ya que al menos uno de los carnés de identidad que había presentado era una falsificación, y ha estado cobrando de ambas prestaciones hasta que, oh, mala suerte, le han cazado, y ahora esta persona se enfrenta a un juicio penal por Estafa y Falsificación, y mira, si lo que quería era vivir gratis a cuenta del Estado, que no se preocupe, que va a tener alojamiento, comida y ropa gratis por una temporada.
Eso sí, lo que no se puede negar es que le echó bemoles al asunto, pero bueno, hacer trampas es lo que tiene, que van bien hasta que te pillan.
Y bueno, con la agravante de que nadie le garantiza que Garzón no le vaya a dictar un auto de los suyos dentro de 20-30 años.
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