Porque una casa sin libros no es una casa.
Las labores de cambio de casa ya van llegando a su fin y la mudanza, largo tiempo deseada, es inminente. Y ayer puse otro ladrillo más en el muro, dotando al armario del salón de su primer libro, el Libro de la Fantasía, de Gianni Rodari. Y no, no es que vaya a hacer la mudanza llevando los libros de uno en uno, que soy huevón pero no tanto, sino que ese libro lo compré en Segovia y me lo había dejado en el coche de mi madre, y dado que ayer había quedado con ella, y fui directo al piso, donde había que dar otra limpiada gorda, pues aproveché y lo dejé ahí. Así que la casa ya tiene un toque un poco más personal y menos frío.
Ahora falta que lleve el 99,99% restante de mis cosas, claro. Incluyendo mi excelsa persona.
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