The cabin in the woods
Hoy llegaba el evento más esperado durante bastante tiempo, y no me refiero a la cosa esa de patear balones (e indigentes) que hacen en Brasil, sino al bendito horario de verano. Así que aprovechando que por fin salimos a una hora razonable, hemos ido a comer lo del curro a Arrankudiaga, al txoko de una compañera de la oficina, bien provistos de pollo, costilla, tortilla, patatas, morcilla, txistorra, cerezas... Hambre, lo que viene siendo hambre, no hemos pasado.
Sin embargo, algo de ejercicio ya hemos hecho, pues de sobremesa hemos dado un paseíllo por el pueblo y luego, otro compañero y yo hemos hecho honor al mundial de fútbol, con un balón que nos hemos encontrado hoy. Y es que hay cosas para las que los hombres nunca llegamos a ser adultos del todo. No importa la edad que tienes, si ves un balón, debes patearlo. Y si te lo pasan, estás moralmente obligado a devolver el pase.
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