La anécdota no tiene mucho interés, pero me sirve de excusa para poner este dibujo tan simpático.
El dolor de muelas, para quien lo haya sufrido, es algo bastante horrible, y con el tiempo y los palos uno aprende por las malas que no es bueno esperar a que la muela diga "hasta aquí", de modo que cuando el otro día me vi una muela con un aspecto un poco feo, preferí no hacer como otras veces y llamé al dentista.
Efectivamente, había caries, pero no solo ahí, sino también en la muela de al lado, una de la que ni siquiera me había percatado y estaba ahí al acecho, esperando su oportunidad. Por suerte ha sido cazada a tiempo y en una intervención farragosa pero indolora, ha sido tratada con su correspondiente empaste.
Por suerte ir al dentista ya no es el suplicio que era antaño y el dolor es algo casi inexistente y resulta menos traumático que lo que solía ser. Sin embargo, lo que sí es doloroso, y contra eso no hay anestesia que valga, es la parte de pagar.
Pero bueno, la satisfacción de salir de la consulta del dentista sabiendo que de no haber ido habría acabado viendo las estrellas por el dolor en un futuro indeterminado (y pagando y empastando de todas formas) alivia un poco el tema.
Envidio a la gente que no sabe de lo que le estoy hablando.
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