Con los pucelanos.
A estas alturas del domingo la entrada del blog solo puede ir sobre una cosa (sobre lo de todos los domingos): el fin de semana.
El viernes después de comer cogí el autobús a Maxcenter para ver la ayer reseñada "El rascacielos" y luego volví a Bilbao dando un paseo, concretamente a la lonja, para jugar (y ganar) una partida al Manoeuvre y luego cenar, socializar y volver a la lonja para jugar (y ganar) una partida de Not Alone.
El sábado me levanté más o menos pronto para ir al gimnasio y a mediodía quedé con Sito y Leila, uno amigos de Valladolid que venían de visita con su pequeñuela, y les estuve haciendo la visita guiada turística por la ciudad aprovechando el buen tiempo.
Me despido de ellos y por la noche a la lonja, donde jugamos al Arkham Horror, pero somos derrotados (y devorados por el propio Cthulhu).
El domingo otra vez me levanto temprano, pues es el F5 de apuntarse a las actividades (y durante la noche tengo varias veces la pesadilla recurrente de que me despierto tarde y no llego a tiempo). La cosecha es positiva (mañana hablaré de ello) y luego me voy otra vez al gimnasio a sudar. Por si eso no fuera poco, me voy a la lonja, aún por la mañana, a currar poniendo las estanterías nuevas y reubicando los juegos (¡no sabía que había tantos!).
¿Y a dónde voy por la tarde? Pues otra vez a la lonja, que teníamos partida de rol. Hoy por fin terminamos de purificar el castillo Witgenstein y ponemos fin al segundo libro de la campaña del Enemigo Interior.
Y eso ha sido más o menos mi fin de semana.
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