En un momento del camino.
Cuando me fui a la cama la pulsera marcaba nada menos que 32039 pasos (26,6 kilómetros), y es que ayer fue un día de mucho andar. Me liaron para una excursión, y a las 8:45 estaba cogiendo el tren con dirección a Muskiz. Ahí cogimos el autobús a Pobeña y tras tomar una ronda, nos liamos a andar, dirección a Castro Urdiales por el camino de Santiago.
Las dos primeras horas, por el camino de la costa, fueron muy fáciles, con la energía intacta y todo llano. La complicación vendría pasado Ontón, con Baltezana y su trecho de subir, subir y subir. Afortunadamente, tras pasar el desvío a Talledo venía lo fácil, con la vía verde que alternaba entre llanos y bajadas suaves hasta Sámano, pero con una parada para el bocadillo a la altura de Otañes. Una vez en Sámano ya solo quedaba andar un poco más hasta Castro, donde nos tomamos una en la zona del Cotolino, luego seguimos caminando hasta la catedral y hacemos otra pausa para tomar algo antes de coger el autobús de vuelta a Bilbao.
De ahí me fui a casa, me duché y me morí.
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