Ha costado, pero ya está en casa.
Con las casa ya pintada, lo que toca es amueblar, y aunque algunos muebles venían con la casa, otros los he ido comprando expresamente y algunos están por venir, la mesa del escritorio que compré hace año y medio ha sido hoy transportada, aunque he elegido el peor día para hacerlo. Con temperaturas superiores a 40º, mala idea transportar trastos pesados.
La primera en la frente ha sido para bajarla a la calle. En el ascensor no cabía y por las escaleras podía ser un infierno que terminara con un escritorio hecho trizas y varios huesos rotos. Había que desmontar piezas. Pero entonces, oh, mierda, tengo las herramientas en la otra casa. La solución se ve en la foto. ¿es eso de ahí un pelapatatas? Sí, y en ese momento lo único que servía para quitar y poner tornillos.
Sin embargo, desmontar el mueble y dividirlo en dos hacía posible moverlo, que no fácil, y sin entrar en detalles escabrosos, entre dos hemos podido finalmente transportarlo, y ya con calma y a la sombra lo he vuelto a montar.
Con semejante sudada apetecía algo fresco, de modo que he ido a casa a cambiarme y de ahí al metro, con la intención de darme un agradable baño en la playa, donde hemos estado hasta que una tormenta de arena con ventoleras que obligaban a las gaviotas a hacer el Matrix, nos ha aconsejado la retirada.
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