Hay videojuegos que bien podrían haber sido directamente una película o una miniserie, y es el caso de What remains of Edith Finch, un juego del género walking simulator, en el que simplemente vas avanzando, a medida que el juego te cuenta la historia. Pero What remains of Edith Finch tiene una forma de hacerlo que es difícil que deje indiferente y se convierte en una verdadera joya.
Nos pone en la piel de Edith Finch, una joven que acaba de heredar la casa familiar en la que pasó su infancia y de la que tuvo que marcharse, cosa que nos contará el juego, precipitadamente cuando aún era una niña. A medida que nos vamos acercando a la casa, las reflexiones de Edith y sus recuerdos nos van adentrando en la historia de la casa Finch y su familia, haciendo que queramos saber un poco más.
En un paseo por la casa, cada una de las habitaciones contendrá una historia, sobre la persona que la habitó, y aquí es donde reside la grandeza de la historia, en su narrativa, y en esa forma de contar cada una de las historias reside su grandeza, pues con unas mecánicas muy simples nos va ofreciendo historias que van de lo bucólico a lo terrorífico o lo fantástico, en una recopilación de historias cortas que nos hacen querer saber más, aunque a veces con verdaderos mazazos emocionales. Todo ello con una atmósfera de melancolía a la que siempre ayuda la música que acompaña al juego, que nos hace sentirnos uno más de la familia Finch.
Una pega que se le podría poner es que la resolución deja muchísimas cuestiones en el aire, y que el final puede parecer un poco "gatillazo", pero si nos ponemos en la historia que nos quiere contar, tal vez sí sea el final adecuado.
La originalidad de su planteamiento y lo breve de su duración (unas tres horitas o poco más) hacen que What remains of Edith Finch se convierta en un juego imprescindible.
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