La vuelta a Europa en 8 días.
Esta es la historia de un grupo de examigos que se ven obligados a juntarse, cuando reciben la noticia del fallecimiento del cuarto miembro del grupo, y de que les ha dejado 600.000 € de herencia, pero con una condición. tienen que hacer el viaje que intentaron hacer y no pudieron 20 años atrás, cuando aún eran jóvenes y amigos, el Interraíl. Tendrán 8 días para seguir la ruta determinada, ver los sitios indicados y además grabarlo. Y todo esto en un tiempo preestablecido.
El resultado es el de esperar, una road-buddy movie, a veces un poco chusca, en la que nos encontraremos lo que cabe esperar de ella, con equívocos, borracheras, algunos chistes más o menos graciosos y otros directamente de vergüenza ajena y el triunfo del poder de la amistad, que nunca puede fallar. Divertida, para mí sí, pero teniendo claro qué se va a ver. A ratos parecía directamente un capítulo largo de La hora chanante.
Es de agradecer, y eso no me lo esperaba, que Arturo Valls está bastante menos sobreactuado y hostiable de lo que acostumbra a estar.
Por otra parte, y a nivel personal, la película tiene el encanto de tratar, un tema que me trae recuerdos mu eflices, pues guardo un bonito recuerdo de cuando yo hice el Interraíl, aunque en la película se ofrezca una visión un tanto fantasiosa, sobre todo por la parte de los fiestones nocturnos en los vagones de tren. O sea, fiestones había, pero no en los vagones de tren. Ahí por la noche, toda la música que se solía oír eran... ronquidos.
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