En la mente de Colin.
Estamos ante la secuela del maravilloso y nunca suficientemente recomendado To the Moon, esa joya en la que nos poníamos en la piel de dos centíficos (Eva Rosalene y Neil Watts) cuyo trabajo es meterse en la mente de personas próximas a morir e implantarles recuerdos para que puedan morir felices.
Aquí volvemos a manejar a Neil y Eva, para hurgar en los recuerdos de un hombre llamado Colin, un antiguo piloto de avión, aficionado a tocar el chelo, cuya vida ha sido aparentemente feliz, pero hay "algo" que falla. Y ese algo es lo que vamos a descubrir, reviviendo con él su vida, con un esquema similar al anterior juego, pero con algunos cambios en la narrativa que lo hacen muy interesante.
La jugabilidad, al igual que en el anterior, es muy sencillita y lineal, siendo sobre todo un juego de los de sentarse y disfrutar del viaje (a lo mejor puede haber algún puzzle suelto que se atasque unos segundos, o alguna parte de acción, las menos, que tengamos que reptirla alguna vez, pero nada del otro mundo) e imbuirnos de pleno en una historia emotiva, tierna, con muchos momentos simpáticos y un desenlace que nos terminará arrancando nuevamente la lagrimilla. No lloré tanto como con To the Moon (era difícil), pero tampoco pude terminar el juego con los ojos completamente secos.
Si tengo que quedarme con uno me quedo con el primero, pero esta secuela cumple su papel de forma más que digna.
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