Pixar ha vuelto.
Con la pregunta "¿Y si los elementos tuvieran sentimientos?" Pixar sorprende con esta película que llega sin hacer ruido pero que recuerda a su era más dorada, en la que cada una de sus películas era una joya.
Con un estilo de animación precioso, una historia de amor funcional y un subtexto fascinante de racismo, adaptación, y herencia cultural dividida, Elemental es una película que funciona perfectamente, que aúna diversión y emotividad (me costó contener las lágrimas con el final, por mucho que me lo estuviera viendo venir) y con todo el elenco de detallitos y secundarios simpáticos marca de la casa.
La historia es la de una familia de inmigrantes de fuego, que se ven obligados a abandonar su país de origen y establecerse en un país que los rechaza por ser distintos, pero van haciendo su vida, montan la tienda, y tienen una hija, Candela. Todo se complica cuando, por cuestiones de la trama, Candela se enamora de Nilo, un elemental de agua, que es socialmente todo lo contrario (un elemental de agua de clase alta), con lo que el choque cultural, a lo Romeo y Julieta (con un final bastante menos trágico, eso sí) estará servido.
Gráficamente muy cuidada, con un estilo que en los fueguenses tenía un adorable toque de dibujo hecho a mano y llena de detalles sutiles (otros no tanto) que hacen que esta película, en mi opinión, pueda sentarse en la misma mesa que las grandes de Pixar.
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