Adiós pegote.
Esta semana nos abandonaban unas incómodas compañeras que se unieron a nosotros hace tres años, con motivo de la pandemia. Pero no son funcionarias, ni siquiera personas, pues hablo de las pantallas separadoras de PVC que se instalaron en los puestos de atención al público, que dificultaban muchísimo la atención, comiéndose media mesa, no dejando casi espacio para pasar los papeles y, lo que es peor, obligando muchas veces a elevar el tono de voz, porque no se oía.
Mi opinión es minoritaria en la oficina, y me consta que las compañeras (estas sí humanas) echarán de menos las mamparas. Pero por la parte que me toca, encantado de que las hayan quitado.
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