Profeticé que no me iba a hacer mucha gracia y acerté.
Esta es una película que ya partía con desventaja, ya que no he visto la original, de la que esta es precuela, y tampoco me llamaba nada, de modo que es una de esas películas que veo por ver. Así, tampoco se le puede culpar de que yo no entrara en su juego y se me terminara haciendo pesada, sobre todo porque no conseguía que me interesase la historia que me estaba contando.
La película nos lleva a Roma, en 1971, donde llega Margaret, una novicia americana, para unirse a un convento-orfanato y tomar los votos. Como no puede ser de otra manera, irá viendo que pasan cosas chungas y descubrirá una conspiración por parte de gente que quiere traer a la tierra al Anticristo (o sea, Damian), y lo que al principio es agradable y bonito, se irá oscureciendo, hasta llegar a un final de pesadilla y un final que, hasta para tratarse de una precuela, resulta terriblemente previsible, como también resultan previsibles algunos de los sustos con los que trata de generar artificialmente tensión.
No me ha gustado, es obvio, pero también hay que ser justos y tener en cuenta que esperaba poco de ella y que claramente esta película no era para mí. Y en su defensa hay que decir que, dentro de eso, tampoco me ha resultado tan terrible.
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