A esta foto le faltan los protagonistas de la serie.
Bien podría haberse titulado "Los Borges", pues aunque esta serie empieza siendo la historia de un policía que tiene que infiltrarse en una dura cárcel marginal argentina, pronto cede el protagonismo en favor de dos de sus reclusos más carismáticos, los hermanos Mario y Diosito Borges, que se convierten, sobre todo el segundo, en las estrellas de la función. Especialmente en la segunda y la tercera temporada, que son precuelas centradas directamente en ellos dos.
Coñas aparte, lo cierto es que "marginal" es un título bastante descriptivo sobre lo que vamos a ver en la serie, que básicamente es una "cárcel de pobres", siendo el penal de San Onofre un agujero corrupto de asesinos, pandilleros y cosas peores, donde la vida humana vale menos que un calcetín y las condiciones de habitabilidad hacen que una chabola en el peor barrio periférico de cualquier ciudad parezca una suite del Ritz.
Sin embargo, y sin conocer a fondo la realidad del sistema penitenciario argentino, la cárcel que representan y muchas de sus tramas se me hacen difíciles de creer, con un mamoneo en el que los presos hacen y deshacen, hasta el punto de que lo tengo yo más difícil para salir a tomar un café en mi descanso que ellos para salir de la cárcel a hacer "recados" cuando les apetece, y la violencia es tal que se mueren presos, guardias, personal de servicios... a la luz del día, y aquí nadie dice nada (un poco, todo hay que decirlo, lo que pasaba en la serie Oz). También hay tramas que, buscando rizar el rizo, consiguen derribar la suspensión de la incredulidad, algunas hasta límites muy exagerados.
Pero bueno, dejando las cosas argumentales al margen, es verdad que el ambiente carcelario da el pego y te crees a la mayoría de presos haciendo de presos, aunque el problema de la barrera idiomática es importante, pues aunque hablan en perfecto español, el acento tan cerrado de algunos de los personajes, y sus registros lingüísticos, dificultan a veces muchísimo la comprensión, hasta el punto de que a veces estuve tentado de activar los subtítulos. Y no lo digo de broma.
Por lo demás, lo que cabe esperar: mucha violencia, drogas, sexo y palabrotas (con ese estilo tan argentino de blasfemar que tan simpático se nos hace a los españoles).
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